(Libre) Un paso al infierno

Era la primera vez que entraba en la enorme prisión de Deadman Wonderland que se alzaba imponente frente a él, un edificio que se presentaba ahora como su tumba, el final de la vida que hasta ahora había conocido. Fue entregado a los guardias sin oponer resistencia mientras lo conducían a través de los niveles superiores donde se encontraban los reos comunes, asesinos, violadores, ladrones y demás personas que habían caído en manos de la justicia por una u otra razón. Los vio pasar a su lado, indiferente a las miradas interrogatorias que se intercambiaban cuando lo vieron cruzar la puertas que lo llevarían a los niveles inferiores. Se corrían rumores entre ellos sobre los adefesios genéticos que estaban encerrados en esos niveles, los Deadmen, criaturas inhumanas capaces de controlar su sangre a voluntad convirtiéndose así en armas de matar perfectas. No se acercaban a la verdad que escondían las paredes blindadas que se cerraron tras su espalda. Volvió la vista atrás sólo una vez, cuando su mirada se posó por ultima vez en mucho tiempo, lo que se presentaba para él como una eternidad, en el maravilloso cielo azul despejado que abandonaba.

Cerró los ojos y sintió miedo, miedo a no saber qué se encotraría a partir de ahora. Respiró profundo hasta calmarse casi por completo. Agito casi nunca perdía la calma, siempre pensaba las cosas antes de actuar, aunque francamente no había nada prometedor en su futuro considerando su posición actual. El chico acomodó su rubio cabello hasta cubrir el parche que cubría en esta ocación su ojo derecho pues era Akito y no Agito quien controlaba ahora su cuerpo, así había aprendido a llamar a sus dobles personalidades para sobrellevar su vida.

Cuando los guardias lo liberaron bruscamente se encontraba en los pasillos de la prisión designada para deadmen´s que, como él, habían sido destinados a morir en las garras de DW no sin antes dar un buen espectáculo a los sádicos espectadores. - Abandonar aquí toda esperanza - musitó a media voz

Había entrado hace solo un par de días atrás, los cuales había pasado encerrado en las frías paredes de la celda que me habían asignado, estaba asustado, como un niño perdido. Sabía que mi condena era falsa, se habían encargado de "explicarme" mediante un vídeo perturbador de que iba todo esto. ¿Qué debía esperar ahora? Seguramente morir en la carnicería de la que murmuraban por los pasillos... No, no era una opción. No iba a dejarme matar a conciencia de lo que podía hacer con un simple corte, aunque fácilmente podía morir en uno de los eventos que había presenciado nada más pisar DW, si bien no había sido condenado a muerte, el simple hecho de estar aquí y haber observado su "espectáculo" , sabía que era una condena a muerte segura, de una u otra forma, podría terminar muerto.

Escuché pasos a lo largo del pasillo y me acerqué curioso a la puerta de la celda, viendo como dos guardias dejaban a medio andar a un chico, que susurró algo que no alcancé a escuchar. Le miré durante unos minutos, sin decir palabra alguna, notando que llevaba un parche en su ojo derecho; quizás venía herido del gran "Carnaval de cadáveres" del que todo el mundo hablaba, podría ser de ayuda.
- ¿Herido? - Pregunté a media voz señalando lo que ahora cubría su cabello, manteniendo la distancia, si estaba en estos pasillos, era peligroso.

Su corazón latía a mil mientras permanecía escrutando el pasillo que se pintaba interminable para él. A ambos lados estaban las puertas cerradas o entreabiertas de las celdas que ocultaban a otros prisioneros iguales a él, más Deadmen contra quien luchar posteriormente; no quería hacerlo, simplemente se negaba a sí mismo a siquiera pensar en armar alguna pelea contra ellos. Era la primera vez que el muchacho estaba en un lugar donde había tantos juntos, no estaba acostumbrado al ambiente que era muy pesado, se podía respirar en el aire la desesperación o el ocio de todos los reclusos. Le inspiró miedo.

Una voz, proveniente de una de tantas celdas entreabiertas, lo sacó de sus pensamientos. Observó al muchacho y retrocedió de forma instintiva cubriéndose su ojo parchado. - N-no, herido no, mi hermano. - murmuró torpemente pues la pregunta lo había tomado por sorpresa. ¿Cómo explicarle a un desconocido qué era eso? No importaba, respiró profundo y bajó la mirada para intentar calmar su respiración. Dentro de su mente una voz conocida murmuró una advertencia "Cuidado" le dijo a media voz, pero en la primera impresión, que duró segundos frente al otro sujeto, pudo observar que estaba tan solo como sí mismo. Aunque claro, quizás era una idea precipitada. - ¿Quién eres? - murmuró con una media sonrisa y en un tono algo infantil. No importaba quién fuera realmente, no quería permanecer solo en esa cárcel del demonio.

-¿Tu hermano? - Ladeé un poco la cabeza sin entender, saliendo de la celda y acercándome despacio hacía él, noté que el chico estaba asustado, ahí fue que pude notar que había llegado hace un instante. Suspiré un poco frustrado desordenando mi cabello, mi "esperanza" por llamarlo de algún modo se había ido al carajo, otro largo suspiro salió de mis labios, en fin, tampoco quisiese pasar solo vagando por la cárcel, aunque tenía claro que siendo Deadmens tendríamos que enfrentarnos en algún momento.

Ya estando frente a él la tensión se hizo más notoria, tomé un mechón de su cabello, jugando pocos segundos con él -No voy a hacerte daño~ -reí de forma traviesa, no quería asustarle más de lo que ya estaba -Soy Ryuu - Me incliné cual marioneta, sonríendo suave, no hacían falta formalidades, así que con eso bastaría. - ¿Y tú eres? - le vi sin quitar la sonrisa, así podría relajare un poco, el miedo no le serviría mucho aquí.

Apartó su mano con un movimiento rápido, no le gustaba que lo tocaran y menos un extraño que había aparecido envuelto en ese infierno como si nada. A pesar de su singular sonrisa le pareció graciosa la manera tan mecánica como se movía, le recordaba de alguna manera a una caja sorpresa donde le das cuerdas y sale un payaso casi siempre con una sonrisa malévola. Esa imagen mental del rostro de Ryuu saliendo de una cajita colorida con un pequeño cuchillo le dio risa. Una risa alegre y cálida en contraste total con el lugar tétrico donde se encontraban. - Agito - le dijo señalando el parche blanco que ocultaba su ojo derecho - Yo, Akito, larga historia. - señalando su propio pecho con el pulgar.

Sin embargo el otro daba muestras de frustración al haberse acercado, como si no cumpliera con ciertas expectativas silenciosas que desconocía. Realmente no entendía nada de la actual organización en Deadman Wonderland o si los rumores de las masacres que se hacían ahí abajo eran reales o sólo rumores para aullentar a los curiosos. - No nos harías daño, pero no venimos aqui para pelear... Ryuu, lindo nombre, ¿por qué suspiras? - preguntó sólo por hacer plática mientras se iba acostumbrando al ambiente de la prisión. Perdió la mirada en el pasillo que corría a espaldas del deadman, el miedo iba y venia en oleadas. Trató de ocultarlo pues no quería parecer tan débil ante nadie, aun y cuando eso significara mentir, usar una máscara todo el tiempo

Dí un paso atrás, había sido imprudente acercarme de esa manera y no tardé en notarlo -Ouh, vale lo siento - me disculpé con una sonrisa - ¿Qué es tan gracioso, eh? - reí suave cubriendo mis labios con el dorso de la mano, aún sin saber de qué reía le acompañé en ese momento rápido, su risa había sido tan espontánea que me contagió.
Con curiosidad le escuché mientras se presentaba, volviendo a ladear mi cabeza mientras continuaba. ¿Doble personalidad?, era lo más seguro y lo primero que paso por mi mente, sin embargo no pregunté nada sonriendo al ver su gesto.

Pareció notar la poca frustración ante nuestro encuentro, a lo que sonreí de medio lado, haciendo un gesto de negación con la mano para responder a su pregunta- No es nada, solo tuve confusión de pensamientos - una risilla escapó de mis labios - Um.. Aunque no vengas a pelear, debes estar preparado, no son simples rumores lo que se murmura en los pasillos -suspiré silencioso - Y... ¿Por qué estás aquí Akito?, ¿Te condenaron falsamente? -curioso, no me sorprendería con el aspecto del chico.

Se encogió de hombros en respuesta a su primera pregunta, usualmente eso no se explicaba aunque era curioso reír sólo y sin razón aparente el otro respondió de igual manera; al parecer los reos ahí también tenían sentido del humor. No todo era tan malo, trató de tener fe en sus propias palabras, al menos hasta el momento. En cambio el chico hablaba de esas peleas que eran tan populares entre los reos de niveles superiores, un secreto a voces que intimidaba y hacía ver a los Deadmen como monstruos de circo que pueden ser explotados como atracción. Si eran ciertas las palabras de Ryuu y ese circo de cadáveres era real entonces DW era un destino peor que la muerte, un lugar donde rebajaban a los humanos hasta sus instintos más básicos de sobrevivencia.

- Lo que tenga que venir, vendrá, sólo será cuestión de esperar pacientes. ¿Tu ya lo has vivido?¿qué se siente pelear contra otro Deadmen, alguien igual a ti? . . . - espero unos segundos concentrando su mirada en los ojos del contrario. Le llamaba la atención cómo es que la rama del pecado se podía ocultar tan fácil, prácticamente eran iguales a cualquier persona normal. Se preguntó si se encontraba frente a un asesino cuando ladeo la cabeza imitando su movimiento. - Estoy aquí por no tener otra elección y no me condenaron injusta o falsamente. Todos aquí tenemos pecados, aunque de algunos haya sido sólo nacer.